En los artículos del blog trataremos la ansiedad por separación en perros desde diferentes perspectivas: las causas, los comportamientos, el tratamiento, casos de éxito de ejemplo, etc… La mayoría de los artículos se centran en este problema de comportamiento, pues en CANMIGOS somos especialistas en ansiedad por separación canina y nos dedicamos única y exclusivamente a ayudar a familias con este problema con sus perros.
Recuerdo cuando Pippa, mi perra, tenía Ansiedad por Separación. Recuerdo cómo nos condicionaba la vida a Julie, mi pareja, y a mí a la hora de hacer planes. Tratábamos de coordinarnos como podíamos para no dejarla sola, y que así no sufriera ella, no causara más molestias a los vecinos y no siguiera rompiendo cosas.
El título puede ser lioso, lo sé. Prometo explicártelo. Mi padre tenía 43 años cuando le diagnosticaron un tumor cerebral maligno. Desde el momento del diagnóstico los médicos ya nos avisaron de que podríamos tenerle con nosotros por poco tiempo. «Poco tiempo» suena a un término muy subjetivo. Nada concreto.
Hace tres o cuatro meses lanzábamos nuestra guía descargable gratuita en PDF de falsos mitos de la Ansiedad por Separación (puedes acceder a ella en el apartado «Recursos» de nuestra web). Muchas personas han llegado a nosotros diciéndonos que han probado la mayoría de ellos con sus perros. Y adivina…
Tranquilidad. No vamos a diseccionar literalmente ningún cerebro. Empiezo la historia por el principio. En nuestro camino ayudando a perros que sufren cuando se quedan solos hace unos días se cruzó otro camino. Era el de Eduardo Rodríguez.
En tu vida pasan personas con las que compartes más o menos ideales, creencias, vivencias y valores. Cada una de ellas deja algo en ti. Algo que te gusta y que te aplicas a ti mismo y/o intentas incluso imitar… Algo que te desagrada y/o intentas evitar…
Yo también he estado del otro lado. Anteriormente ya he explicado la situación que viví cuando mi perra Pippa tenía Ansiedad por Separación. De hecho ya escribí cómo me enteré de su problema gracias a un aviso de unos vecinos
En los años 80-90 yo estudiaba en un colegio de curas. Hoy puedo decir que allí aprendí muchas cosas. El nivel educativo era bueno. Y por supuesto, hice amigos que aún conservo hoy en día. Eran unos tiempos donde la docencia estaba cambiando del estilo de antaño de «la letra con sangre entra» a uno más respetuoso con niños y jóvenes.
Werfel era un niño austríaco que nació en 1940. Austria en 1940 no era el mejor sitio ni momento para empezar a vivir. A Werfel le tocó pasar sus primeros años en una situación de miedo, dolor y sufrimiento. Por suerte, él era muy pequeño para percatarse, al menos al principio.
No entiendo lo que ocurre. Quizás haya una falta de ortografía en el cartel que me escribió el vigilante de seguridad de la tienda. Llegué y le pedí si me podía anotar en este trozo de cartón la frase “Necesito ayuda, soy ciego”. El hombre fue muy amable, tomó prestado un permanente de la caja de la tienda y la escribió.
Desde que yo recuerdo tener uso de razón, y hasta que tuve 20 años, fui creyente. Sí, creía en Dios. No sé si como consecuencia de ir a un colegio religioso. O porque mi padre, una figura que fue muy influyente para mí, también lo era. Pero creía.
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