El título puede ser lioso, lo sé.
Prometo explicártelo.
Mi padre tenía 43 años cuando le diagnosticaron un tumor cerebral maligno.
Desde el momento del diagnóstico los médicos ya nos avisaron de que podríamos tenerle con nosotros por poco tiempo.
«Poco tiempo» suena a un término muy subjetivo. Nada concreto.
En la vida de una mosca, «poco tiempo» es mucho menos que en la vida de una persona.
En nuestro caso, «poco tiempo» significó apenas 2 meses.
Sin duda fue poquísimo tiempo.
Él siempre había sido para mí un referente de valores y estilo de vida. Lo sigue siendo hoy en día.
Y se fue cuando yo tenía 20 años. Demasiado pronto.
Durante esas semanas ya diagnosticado, mi madre y yo fuimos viendo días mejores (gracias a los corticoides) y peores de mi padre.
Un tumor cerebral, dependiendo del tipo y de la zona afectada, puede provocar comportamientos extraños en la persona.
Recuerdo un día que mi padre se estaba cortando las uñas. Se cortó tres de una mano, y dijo que ya había acabado.
Le intentamos explicar que todavía tenía otras sin cortar. Incluso le argumentábamos que bastaba con que las mirara para darse cuenta.
Pero él estaba convencido de que ya había terminado.
No lo veía.
Esa mierda que le crecía en la cabeza no le dejaba verlo.
Nosotros tratábamos de razonar algo lógico desde nuestro punto de vista. Pero su cabeza en ese momento no actuaba de forma racional. Y eso nos generaba incomprensión.
Espero que ahora se entienda mejor el título.
Y quiero mostrar cómo esto mismo, o algo similar, ocurre cada día en las familias que tienen perros con Ansiedad por Separación.
Nos vamos a ir de casa y el animal se pone muy nervioso. Ladra, corre, salta, … «¿Por qué te comportas así, TOBY? Pero si ya venimos…». Parece lógico…
O volvemos a casa y nos encontramos destrozos, y a TOBY escondiéndose en algún sitio. «Claro, sabe que lo ha hecho mal». Parece lógico…
O se hace pis en casa mientras te has ido. «Se está vengando por haberle dejado solo». Parece lógico…
Pero nuestros razonamientos racionales (valga la redundancia) no sirven.
Por dos motivos.
Primero, porque la racionalidad humana no es igual que la canina. Nosotros interpretamos todo lo que pasa siguiendo nuestra lógica. Pero el perro tiene la suya propia, basada en su naturaleza y en sus necesidades.
Y segundo, y quizás la más importante, porque un perro con Ansiedad por Separación cuando se queda solo entra en pánico.
Tiene un ataque de ansiedad.
La parte cognitiva de su cerebro está básicamente «apagada», y actúa únicamente en base a su parte más emocional.
Aquí vuelve a tomar sentido el título: «La incomprensión desde la racionalidad de lo irracional».
No intentemos, por tanto, razonar con nuestra perspectiva lógica de humanos las conductas del perro en esa situación.
Empaticemos.
Busquemos la mejor forma de ayudarle.
Si quieres que te acompañemos en este camino para ayudar a tu perro a estar tranquilo cuando tú te vas y se queda solo en casa, haz clic en el botón y explícanos tu situación: