Querido/a humano/a (léase tu nombre, si tienes un perro con Ansiedad por Separación),
Quiero pedirte perdón. Soy un perro triste. Sé que estoy condicionando tu vida con mi problema. Apenas puedes salir de casa. Hace meses que no sales a cenar o al cine. Los vecinos se han quejado de mis ladridos. El parquet se ha hinchado en algún sitio por mis pipis. Y la puerta, el sofá y la mesa están rascados o mordidos.
Lo siento. No puedo controlarme cuando te vas y me dejas solo. Hago todas esas cosas sin pensar. Porque soy un perrito triste.
Desde el momento en el que te echas ese perfume para salir de casa ya empiezo a inquietarme. El corazón se me acelera. Ese olor dulzón me evoca recuerdos de todas las veces anteriores que lo he olido y luego te has ido durante horas.
Desde que lo huelo solo quiero estar contigo. Vigilarte. Asegurarme de que esta vez no será como las anteriores. Te sigo por toda la casa confiando en que en algún momento te vas a sentar de nuevo en el sofá y me vas a decir: “Tranquilo, Toby. Solo quiero oler bien para tumbarme contigo a ver la tele”. Iluso de mí…
Siento decirte que a mí ese olor me desagrada. Será un buen aroma, pero lo he olfateado tantas veces antes de que me dejes solo, que ya me provoca repulsión.
Esa ropa que llevas, y esos zapatos son los que te pones para salir a la calle. Los reconozco… ¡Ni se te ocurra irte sin mí! Nos vamos juntos, ¿verdad?
La cremallera de tu chaqueta… ¿Puede haber un ruido más odioso que ese? Es un sonido áspero, como una lija, desagradable. Solo con escucharlo siento que me cuesta respirar. Necesito jadear.
¿Y qué os pasa a los humanos con esas cosas que os ponéis en la cara ahora? Mascarillas, creo que las llamáis. Os tapa medio rostro. Es difícil leer vuestras expresiones si las lleváis puestas.
Cuando te la pones tú, entonces ya tengo claro que vas a salir a la calle. Siempre pienso que lo harás conmigo. Confío en un buen paseo juntos, por la montaña, por la playa, … por donde quieras. Me da igual mientras estés conmigo. Cualquier cosa es mejor que ser un perro solo en casa.
Abres la puerta… ¿Dónde está mi arnés? ¿Y mi correa? ¿Por qué no me los pones?
Me dices que yo me quedo en casa.
¿Qué? ¿Por qué me haces esto? ¡Yo no sé estar solo! Te lo trato de explicar, como yo sé. Ladrando. Saltando en la puerta.
No me entiendes.
Me dices que me calle, incluso con un tono de voz enfadado. Lo siento, no puedo evitarlo. En este momento lo único que temo es que no vuelvas. ¿Ves mi cara? Es la cara triste de un perro.
Siempre has vuelto. Pero, ¿y si hoy no vuelves? ¿Qué voy a hacer yo? Soy un perro. Un animal social. Tengo un vínculo contigo del que dependo al cien por cien. No quiero dejarte marchar.
Cierras la puerta y el corazón se me acelera todavía más. Siento los latidos en mis almohadillas. Es oficial. Me has dejado a mí, a tu perro solo en casa. Rasco el suelo y la puerta porque quiero salir. Deseo ir contigo.
Me quedo quieto. A ver si escucho algún ruido que me haga pensar que puedes estar volviendo. Pero te oigo alejarte, y unos segundos después escucho la puerta del portal.
¡No puede ser! ¡Te has ido! ¡Otra vez! Esto pasa cada día, pero no me acostumbro. No soy capaz de hacerlo. Soy un perrito triste.
Ladro. Mucho. ¿Te acuerdas de aquella vez que viste un ratón y te pusiste a gritar? Pues esto para mí es lo mismo, aunque lo del ratón a mí me parecía ridículo.
Muerdo el cojín del sofá porque me ayuda a distraerme. Si lo hago no pienso en que estoy solo. Cuando tú te atacas con los nervios, te muerdes las uñas. Pues algo similar.
Por algún motivo irracional no puedo parar de moverme. Deambulo por la casa llorando de la desesperación.
Tengo ganas de hacer pis. He salido a la calle justo antes de que me dejaras, pero no me puedo aguantar más. ¿Recuerdas aquella vez que ibas a empezar un examen, cuando yo era cachorro, y te entraron muchas ganas de hacer pis? Pues quizás ahora me entiendas mejor.
El tiempo pasa muy lento. No sé medirlo. Vosotros habláis de horas, minutos y segundos, pero para mí es una eternidad desde que cierras la puerta.
Un perrito triste con ansiedad por separación
Estoy desesperado. ¿Qué voy a hacer si no vuelves? La próxima vez tengo que evitar que salgas. Esto no puede volver a ocurrir.
Me encuentro agotado. No sé cuántos segundos han pasado ya. Pero todavía tengo fuerzas para seguir ladrando.
¡Un momento! Acabo de oír el portal. ¿Eres tú? ¿Ya estás volviendo? ¡Qué alegría! Ladro. Pero de emoción. ¿Me oyes? ¿¿ME OYES?? Estoy muy contento porque ya vienes. Ya no soy un perrito triste.
Escucho la puerta de un vecino cerrarse y dejo de oír ruidos en la escalera. No eras tú. Sigo ladrando. Quería que fueras tú.
Hoy sí es el día en el que no vuelves y me quedo solo.
Necesito morder algo. Una cosa diferente. La punta de la mesa, por ejemplo.
Y me estoy haciendo pis. Otra vez.
Sigo ladrando. Se me cae la baba jadeando. Se me nubla la vista.
De nuevo pasa una eternidad…
¡Tus llaves! Eso que estoy escuchando es tu llavero a lo lejos. Sin duda. No he debido oír el portal porque estaba ladrando.
Me pongo a correr de un lado a otro de la casa. Estoy excitado. Muy emocionado. Lloro de nuevo. De alegría. Tardas mucho en abrir la puerta.
Metes las llaves, abres y me abalanzo sobre ti llorando de la excitación. ¡No sabes por el infierno que he pasado! Corro, muevo la cola, salto, ladro, jadeo, …
Tú me dices: “¡Pero bueno, Toby! ¡Si solo me he ido quince minutos a comprar el pan! Voy a comer algo, y luego me voy a trabajar, que hoy tengo turno de ocho horas”.
El humano de Toby siempre decía «Mi perro está triste cuando se queda solo», pero no conocía el alcance del problema, ni mucho menos su solución. Si te encuentras en una situación similar y quieres que te ayudemos a resolver el problema de tu perro, para que él viva más feliz quedándose tranquilo cuando te vas, y para que tú puedas volver a salir de casa sin preocupaciones, accede aquí a toda la información sobre el Método DAPS®, específico para perros con ansiedad por separación:
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