El perro zen: el perro que disfruta con el aburrimiento

Perro de raza Akita Americano de color canela y blanco

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Educadores caninos profesionales… o no

Es la primera vez que voy a escribir un post como éste. Hasta ahora trato de respetar siempre al máximo el trabajo de otros profesionales, por mucho que pueda no estar de acuerdo con  sus metodologías. Pero cuando oyes casos como el de KADAN te dan ganas de liarte la manta a la cabeza y hablar. O en este caso, escribir.

Estos son los hechos relatados por la familia:

KADAN es un macho entero de Akita Inu, de poco más de 2 años. Él y su familia, cuyos datos no revelaremos, solían vivir en una casa fuera del entorno urbano, hasta hace poco más de 6 meses, cuando se mudaron a un piso en una zona residencial. Algo más urbana, pero relativamente tranquila. Tras el traslado se había mostrado desconfiado con algunas personas desconocidas (asistenta del hogar, peluquera canina, …). La unidad familiar la conforman el padre, la madre, un bebé de 20 meses, KADAN y algunos Agapornis con los que KADAN se entretiene mientras les mira sin hacerles demasiado caso: más bien parece que se hipnotiza con ellos. Con el bebé, KADAN demuestra mucha tolerancia, pues éste le da manotazos, se sube encima, …y KADAN no hace nada (más adelante en el post hablamos sobre este aspecto).

Hace aproximadamente 1 mes ocurrió un episodio desagradable en el que el padre de la familia estaba achuchándole cogiéndole por la cabeza y moviéndole de forma cariñosa con su propia cara cerca, y el perro le echó la boca a la nariz. Un susto que les hizo, aparte de visitar el hospital, plantearse el hacer algo de trabajo con él, pues no les parecía normal que el perro se volviera contra su propia familia. Con ello, acudieron a una escuela de adiestramiento cuyos datos no voy a revelar por el poco respeto hacia su trabajo que me queda: ellos ya saben quiénes son.

La propuesta de la escuela de adiestramiento era que les dejaran a KADAN interno durante 6-8 semanas, en las cuales ellos iban a «bajarle los humos al perro» (palabras textuales según la familia). Durante las 2 primeras semanas del internamiento no podrían ir a visitarle, y ellos les mantendrían al día de los avances. Tras los primeros 2-3 días, les llamaron y les dijeron que todo iba bien. Cuando habían pasado 2-3 días más, les comunicaron que el perro era bastante complicado y que posiblemente no alcanzarían los resultados esperados. Y 2-3 días más tarde les llamaron para pedirles que fueran a buscar al perro, pues era muy agresivo y no podían ni darle de comer: le tiraban la comida por miedo a que les hiciera algo. Hablando los responsables del centro con los clientes, acordaron que quizás podía ir a trabajar con el perro el padre de la familia, pues al ser una persona conocida podía funcionar mejor. Cuando fueron, se encontraron a KADAN con un collar eléctrico en el cuello esperándoles. Durante esa visita el perro tuvo la mala fortuna de quedarse con una pata atrapada en unas maderas del centro: ninguno de los profesionales quería acercarse para ayudarle, por miedo a que les hiciera algo, y lo acabó haciendo el padre de la familia, al que el perro enganchó la ropa en una mordida. Liberado el perro, y tras la agresión ocurrida al padre, los responsables del centro sugirieron a la familia que «regalaran o durmieran al perro» (también palabras textuales según la familia). La madre, ante tal veredicto se emocionó, en parte por la situación vivida, y en parte porque no concebía que ésa fuera una opción, a lo cual ellos le dijeron que «llora ahora, pero más llorará en el futuro si no lo hacen, teniendo en cuenta que tienen un bebé de 20 meses».

Y así en CANMIGOS conocimos a KADAN:

La madre de la familia no entendía bien lo que había ocurrido. Ella contactaba con unos profesionales, supuestamente, que sabían cómo tratar este tipo de situaciones, y acudían a ellos con su perro, que no era una máquina de matar. Por ello no quería ni regalarle ni dormirle, si se podía evitar. Así que quiso buscar una segunda opinión y acudió a nosotros. Cuando nos llaman con un caso de un perro que muestra agresividad a las personas nos preocupamos de que durante la Sesión de Evaluación, en la que acudimos a la casa del cliente, no haya riesgo alguno de que el perro nos ataque: como profesionales debemos priorizar la seguridad, tanto la nuestra como la de otras personas. Pero hablando con la familia antes de la visita nos aseguraron que no nos haría nada, pues no se lo hace a ninguna de las visitas que reciben. Algo sonaba raro ya en toda la historia: educadores caninos que no se quieren acercar al perro por miedo a su agresividad, pero la familia segura de que no había riesgo alguno. En la visita, lo que nosotros nos encontramos fue un perro sensible al que se debe entender y con el que debemos saber cómo comunicarnos: si se respeta su espacio y se observa aquello que le puede inquietar o hacerle sentir inseguro, es un perro tranquilo, curioso y respetuoso. Claro está que no podemos hacer lo que queramos con él, ser bruscos o invadirle sin conocerle. De hecho no lo deberíamos hacer con ningún perro. Y claro está que se puede trabajar con él para ayudarle a gestionar ciertas situaciones que le puedan afectar emocionalmente. Pero de ahí a sugerir el sacrificio del animal va un trecho muuuy grande.

El día que conocimos a KADAN, el perro recomendado sacrificar from CANMIGOS on Vimeo.

Pero el caso y lo que nos relataba la familia sobre lo ocurrido nos reconcomía el cerebro por dentro. Si las cosas habían sido así, ¿cómo era posible? En parte hasta pensábamos que no podía ser: que tenía que haber habido alguna falta de entendimiento en los mensajes entre los adiestradores y la familia. Por ello, y para saber más detalles sobre lo que podía haber ocurrido, nos pusimos en contacto con el centro de adiestramiento en cuestión con el objetivo de pedir información, simplemente para entender. Si bien la persona que nos cogió el teléfono inicialmente negó que hubieran sugerido a la familia el sacrificio del perro, el responsable del centro, con el que hablé después, no lo negó, como tampoco negó el uso del collar eléctrico. La conversación fue tensa, pues sentí cómo iban alzando un muro dialéctico con el cual querían cada vez dar menos información, y finiquitar la conversación cuanto antes. Y así fue hasta que me acabaron colgando el teléfono de muy malas formas. En parte puedo entender esa actitud (no las formas, eso no), pues podía parecer que llamaba para juzgar su trabajo, y resulta natural ponerse a la defensiva cuando te sientes atacado. Posiblemente no les supe transmitir bien que mi intención no era ésa, sino la de comprender y tener detalles sobre los días y las situaciones vividas por KADAN durante el tiempo que estuvo interno en su centro.

Por todo lo ocurrido con KADAN, he decidido compartir esta historia y nuestro punto de vista, porque:

  • Pienso en que si en un centro de adiestramiento como éste han llegado a recomendar el sacrificio de un perro como KADAN, seguramente lo hayan hecho en muchos más casos, y en algunos de ellos quizás el consejo no haya caído en saco roto. Sobre esto no tengo datos, pues es muy difícil conseguirlos. Son solo conjeturas, puedo equivocarme y que sólo dieran ese consejo en el caso de KADAN. Pero sí sé que KADAN ha tenido suerte de tener una familia que le quiere dar una oportunidad. Iba a escribir otra oportunidad, pero considero que sería incorrecto, pues en el centro no le dieron ninguna. Y cosas así todavía pasan hoy en día, en 2018, en centros como éste y con personas que se supone que son profesionales y aman a los perros.
  • Quiero hacer llegar a las familias que buscan ayuda con sus perros un mensaje: que se informen bien del trabajo que los profesionales van a realizar con ellos. No es normal que dejes a tu perro internado en un centro y te prohíban ir a verlo en 2 semanas: «¿Qué vas a hacer con mi perro, que no quieres que venga a verlo?». Puede haber ciertas situaciones en las que algo así sea necesario, pero debería explicarse bien el motivo para ello. Y siempre se puede contactar con otro profesional y pedir una segunda opinión antes de realizar un trabajo del que no se está convencido.
  • Deseo concienciar de que actualmente todavía existen centros y profesionales -o al menos ellos se autoproclaman como tales- que consideran que la manera de solucionar algunos problemas comportamentales con los perros es «bajándoles los humos». Suelen ser personas que pretenden «romper al perro». Esta expresión, que a mis oídos suena terrible, significa someter al perro hasta el límite que sea necesario para que se rinda, para que pierda toda iniciativa, y con ello, parte de su naturaleza. Con muchos perros eso puede ser efectivo y visual desde el punto de vista del comportamiento: «Mira! Ya no hace eso que hacía antes y que nos fastidiaba tanto!». Pero eso funciona a costa de bombardear su iniciativa y personalidad como individuo. Y por supuesto, con otros perros eso nunca funcionará, porque siempre hay ciertas personalidades que no aceptan tal sometimiento, por grande que lo hagas, y a malas, llevas las de perder. Aunque tristemente el que suele acabar perdiendo, viviendo en una protectora, o muriendo es el perro, el malo y el prescindible de la película. Por suerte, hay otros muchos profesionales que sí saben lo que hacen y trabajan con el perro de una manera rigurosa, para ayudarle, y respetando su naturaleza.
  • Abogo por los métodos gentiles y que respetan la naturaleza del perro para solucionar los problemas. Debemos apuntar con el trabajo a la causa del problema, y no tratar de poner parches mediante el control humano. Eso no quiere decir que un collar eléctrico no deba usarse nunca, nunca, nunca…. Posiblemente yo no lo usaría nunca: primero porque no sé cómo hacerlo, y segundo porque no me encontraría cómodo haciéndolo. Pero entiendo que puede haber situaciones drásticas, casos de vida o muerte, en los que podría valorarse su utilización (muy importante: por parte de un profesional cualificado para ello). Pero incluso en esos casos, toda herramienta, sea la que sea, ha de ser un medio para ayudar al perro a solucionar la causa de sus problemas, y no un medio para solucionar el problema de la persona o para facilitar el control humano del perro.
  • Afirmo convencido, como decía Santi Vidal en una de sus charlas: supervisión, supervisión y supervisión. En todos los casos, pero sobre todo cuando hablamos de niños y perros, hemos de supervisar, entender lo que está pasando, leer las situaciones y entender cómo puede estar sintiéndose el perro, por muy «bonachón» que éste sea. El hecho de que un niño invada al perro de la familia y éste «no haga nada», no significa que nunca hará nada y que el niño puede hacer lo que sea. Normalmente los niños son muy invasivos con los perros, y normalmente los perros lo toleran, pero no por ello quiere decir que les guste. Por tanto, si no se hace nada, es posible que un día, cuando el perro esté cansado (de un paseo más largo de lo normal) o aburrido (de no haber salido a pasear porque llueve), o cuando tenga dolor por una enfermedad o una dolencia, o cuando simplemente ya haya tolerado bastante, el perro reaccione. Y la reacción puede ser de muchos tipos, pero sea la que sea, seguramente nos asustemos y pensemos si es posible la convivencia del perro y el niño, si el perro es agresivo, etc… cuando el problema suele surgir de la falta de supervisión.
  • Opino que todos los casos de agresiones deben analizarse y contextualizarse al detalle. Nosotros en CANMIGOS, siempre que hay casos de agresividad de perros dirigida a personas realizamos un análisis de riesgos, donde se consideran factores como el tamaño o la raza del perro, la intensidad, la impulsividad y la imprevisibilidad de la posible agresión, el entorno donde vive el perro, la presencia de niños, ancianos, discapacitados, o personas con miedo al animal, etc… Y todo ello para realizar una evaluación, junto con otros factores, sobre los riesgos y la posible evolución del trabajo a realizar. Desde mi punto de vista las 2 «agresiones» de KADAN estaban justificadas: en un caso le estaban manipulando de una forma bastante invasiva, y en el otro tenía un posible dolor físico (la pata atrapada), sumado a que se encontraba en un entorno donde seguramente no le habían tratado bien. Por ello, si bien es cierto que hay casos de perros con problemas reales de agresividad hacia personas, hay otros, como el de KADAN, que aunque lo pueden parecer, no tienen por qué ser así necesariamente.

Por último, volviendo al caso concreto de KADAN, realizada la Sesión de Evaluación inicial, y vista la situación, les hemos propuesto a la familia un trabajo que está por venir, y que esperamos actualizar en este post cuando vayamos avanzando.

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