Una nota en mi puerta
Mi pareja y yo estamos saliendo del ascensor para entrar en nuestro piso. Vemos que en nuestra puerta hay una nota escrita y pegada con celo.
Me invade la curiosidad, pero también cierta preocupación: “¿Quizás una fuga de agua y una gotera?”. Es lo primero que pienso.
Pero la realidad se aleja de esa predicción. Nuestros vecinos nos explican en la nota que nuestra perra ladra mucho cuando no estamos. La madre de la familia tiene una enfermedad muy grave, necesita descansar, y nuestra perra no se lo permite.
La palabra “cáncer” aparece escrita en la nota. Esa palabra que siempre hace estremecer.
Mi pareja y yo nos miramos boquiabiertos: desconocemos por completo que Pippa, nuestra perra de 6 meses, pueda tener problemas de comportamiento cuando se queda sola.
Pensamos en que la próxima vez que nos crucemos con nuestros vecinos por la escalera tendremos que pedirles disculpas con sonrojo. Llevamos poco más de un año viviendo en este piso y esta familia es educada, discreta y silenciosa. Resulta desagradable pensar que les podemos estar molestando, y más en una situación tan crítica como la que están viviendo.
Y también me cuesta creerlo, pues nunca antes nos habíamos percatado de que podía haber un problema de este tipo. Necesito poner cámaras para grabar lo que hace Pippa cuando nos vamos. Así lo hago, y veo de primera mano que aúlla como un lobo, y que ladra con una potencia impensable para su tamaño. Incluso empieza a morder las paredes del piso.
“Houston, tenemos un problema”. Y el problema se llama Ansiedad por Separación.
Todo esto ocurrió en 2014, hace más de 6 años.
Desde aquel momento tuvimos que condicionar toda nuestra vida fuera de casa y nuestros planes para evitar dejar a Pippa sola. O salíamos mi pareja y yo por separado, o directamente no salíamos, salvo lo estrictamente necesario, y preocupados cuando eso ocurría, rezando para que no molestara demasiado.
Alguna vez hasta decidimos apagar el móvil para no seguir viendo lo que estaba pasando en nuestro piso. Era la única opción cuando estábamos lejos y no podíamos hacer nada para frenarlo. Triste y frustrante a la vez.
Era un problema grave. Tenía que ser capaz de solucionarlo. Me puse a investigar y acabé descubriendo, no sin baches y equivocaciones por el camino (de esto hablaré en otro momento), un método de trabajo específico para la Ansiedad por Separación canina.
Lo empecé a aplicar con Pippa… Dos meses más tarde ya se quedaba tranquila, durmiendo en el sofá, cuando la dejábamos sola en casa.
Ya podía respirar satisfecho cuando la veía roncando a través de la cámara que tenía instalada. Podíamos hacer planes de nuevo fuera de casa por placer, y no solo por obligación.
Cuando me cruzaba a los vecinos por la escalera del edificio podía levantar la cabeza y saludarles tranquilo, sin remordimientos. Incluso con cierto orgullo.
Después de aquello me capacité como Educador Canino profesional y trabajé con cientos de perros solucionando problemas de comportamiento de todo tipo. Y acabé certificándome como especialista en Ansiedad por Separación Canina y trabajando actualmente únicamente con perros con este problema.
Todo lo ocurrido con Pippa hace 6 años, visto en retrospectiva, actualmente me hace entender la situación y empatizar con las emociones que sufren las personas que me llaman para que las ayude a trabajar con sus perros con Ansiedad por Separación.
Yo también lo sufrí.
Y precisamente por eso, conozco de primera mano la mejora en calidad de vida y emocional que se llega a disfrutar cuando se soluciona.
Si no quieres llegar al punto de que tus vecinos te dejen una nota en tu puerta, y quieres adelantarte y solucionar ya el problema con tu perro con Ansiedad por Separación para poder volver a hacer planes fuera de casa, no dudes en contactarnos.