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Una plaza con vallas alrededor. Dentro, uno o varios cerdos y varios ciegos armados con palos. Público observando cómo los ciegos, en sus intentos por atrapar a los cerdos, se dan palos entre sí. Porque es mucho más divertido cuando un invidente se lleva un golpe que cuando lo hace el cerdo. Y de algún modo está relacionado con el poder dejar al perro solo en casa.
Si al leer el párrafo anterior has tenido un pequeño escalofrío, bien. Significa que no estás en el medievo, que es cuando se realizaba este juego, precursor del actual juego de la piñata. Hemos mejorado, considero, al cambiar los cerdos por un objeto inanimado, y al dejar dentro de la escena solo a una persona, y no a varias. Aunque a veces todavía se pueden producir accidentes con el público.
Aquel juego de la Edad Media fue el origen de la expresión «Dar palos de ciego», que utilizamos actualmente para ilustrar cuando alguien emprende acciones por el simple hecho de hacer algo, sin que necesariamente éstas tengan mucho sentido.
Algo así como lo que hemos vivido con las medidas contra el coronavirus impuestas por los gobiernos de cada ciudad, de cada región y de cada país.
Pero esto es harina de otro costal. Aquí venimos a hablar de perros.
Alaska
Os presentamos a Alaska. Es una perrita cruce de Husky Siberiano de Madrid. Tenía algo más de un año cuando la conocimos. Y había vivido en sus propias carnes los «palos de ciego» de educadores caninos sin experiencia en Ansiedad por Separación canina. O al menos sin experiencia en su resolución de base.
Alaska pertenecía a una camada que había sido abandonada y encontrada en la calle. Con 3 meses la adoptaron Carolina y su hija, Samantha.
Cuando tenía 5 o 6 meses se dieron cuenta de que Alaska tenía problemas para quedarse sola en casa. Tenía Ansiedad por Separación. Cuando eso pasaba, mostraba un combo completo de comportamientos problemáticos: vocalizaba (lloraba, ladraba y aullaba), se hacía pis y caca, y rompía cosas.
Cuando te pasa algo así, buscas ayuda, como hicieron Carolina y Samantha. Acudieron a su persona de confianza en ese momento, el veterinario, quien les recomendó acudir a un educador canino (les llegó a recomendar hasta 3).
Técnicas aplicadas para dejar al perro solo en casa (la perra, en este caso)
Empezaron a trabajar con uno de ellos, y ahí fue cuando empezaron a dar palos de ciego (por el asesoramiento, tristemente, de un profesional):
- Collar antiladridos: una herramienta que, además de causar un dolor al animal en forma de castigo por vocalizar, no trabajaba sobre la causa del problema, que era la ansiedad, sino sobre el comportamiento. Efectivamente, Alaska dejaba de ladrar, pero le generaba más ansiedad;
- Tranquilizantes: desconozco los detalles de cuáles, pues en el momento que las conocimos ya no se los estaban dando. Además, debemos tener en cuenta que este tipo de medicación debe ser planificada y recetada por un veterinario;
- Transportín y bozal: por suerte no lo llegaron a probar, aunque sí se lo había recomendado. De nuevo son herramientas de contención que reducen las posibilidades de los comportamientos problemáticos, pero no trabajan sobre la causa de los mismos;
- Ejercicios de búsqueda: algo que viene bien a todos los perros en general para ayudarles a reducir estrés y/o ansiedad, pero que no trabajaba específicamente la causa de la Ansiedad por Separación;
- Alfombra olfativa y Kong: eran herramientas que la ayudaban a estar entretenida un rato cuando la dejaban sola. Pero tampoco trabajaban sobre la causa del problema. Y tras 2 minutos entretenida con ellos, entraba en ansiedad;
- Ausencias cortas: era un buen camino si las ausencias hubieran estado planificadas y adaptadas al nivel de dificultad y duración que la perra podía gestionar en cada momento.
Todas estas pautas o herramientas eran técnicas que no solucionaban la causa de la Ansiedad por Separación, aunque algunas de ellas podían hacer que sí pareciera que se solucionaba, pues podían reducir algunos de los comportamientos asociados.
Incluso llegaron a consultar con otro adiestrador que les dijo que:
«La perra solo quiere llamar la atención»
Y una persona que grita y huye, perseguida por un asesino, solo quiere llamar la atención… ¿o no? Un perro solo en casa que tiene Ansiedad por Separación puede llegar a sentir el mismo pánico que alguien que corre por su vida.
En el siguiente post hablaremos del motivo por el que hay profesionales que pueden dar pautas incorrectas o no acertadas.
El ciego del palo empieza a ver la luz
Carolina y Samantha estaban desesperadas y frustradas. Lo habían probado todo, y el problema no se resolvía. Condicionaban su vida para no dejar sola a Alaska nunca.
Y Alaska había visto su bienestar aún más mermado. No solo seguía quedándose mal cuando estaba sola. Había empeorado y no dejaba de recibir señales contradictorias por todos lados: premios por aquí, castigos por allá…. Y eso, en lugar de darle estabilidad a la perra, le generaba inestabilidad e inseguridad.
Carolina y Samantha tuvieron la perseverancia de seguir buscando a alguien que les pudiera ayudar. Querían lo mejor para Alaska y querían poder volver a salir de casa sin preocupaciones.
Y así dieron con nosotros, con CANMIGOS, especialistas certificados en tratamiento de la ansiedad por Separación Canina. En el siguiente vídeo puedes ver un resumen, la evolución y su opinión del trabajo realizado con ellas y con Alaska.
No puedo dejar de agradecer a Carolina y Samantha el amor y la dedicación mostrados hacia Alaska. Con esas motivaciones internas pocos problemas se resisten.
Actualmente, cuando estoy escribiendo estas líneas, Carolina y Samantha siguen trabajando con Alaska con las pautas y sistemática del Método DAPS, para alargar aún más los tiempos que Alaska puede gestionar quedándose tranquila y sola en casa.
No hay nada mejor que quitarse la venda y apuntar bien para dejar de dar palos de ciego a la hora de dejar a tu perro solo en casa.
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