Muerto el perro, se acabó la Ansiedad por Separación
“Para no ahogarse en el mar, lo mejor es no ir a la playa”.
Esta frase que me pareció muy injusta cuando la escuché la primera vez, y hoy en día me hace pensar en muchas “técnicas” que usamos las personas en nuestra relación con nuestros perros.
Año 1994. Yo tenía unos 15 años, estudiaba en un colegio de Oviedo y establecí una buena amistad con un compañero de clase.
Mi amigo fumaba.
Yo no he fumado en mi vida de manera regular. Fue algo que nunca me llamó la atención. Probé el tabaco, sí. Pero no me gustaba.
Así que cuando salíamos de clase juntos, él fumaba y yo no. Teníamos conversaciones sobre los profesores, las chicas y cualquier otro tema que atañe normalmente a la adolescencia. Me parecía una situación normal.
Un día mis padres se enteraron de que me relacionaba con este amigo, y quisieron prohibirme que siguiera pasando tiempo con él. Sabían que él fumaba y creían que las posibilidades de que yo empezara a fumar eran directamente proporcionales al tiempo que estuviera con él.
En aquella discusión sobre si debía o no debía relacionarme con alguien que fumaba, independientemente de que fuera amigo mío, sonó la frase que abre este texto:
“Para no ahogarse en el mar, lo mejor es no ir a la playa”
No recuerdo si salió de boca de mi madre o de mi padre. Pero sí recuerdo que cuando se dijo, se hizo un silencio casi tan grande como mi incomprensión.
Ya en ese momento pensé que aquel razonamiento no tenía sentido alguno. Es cierto que si no vas a la playa no te vas a ahogar en el mar. Pero tampoco puedes tomar el sol, ni nadar, ni disfrutar de la arena.
Hoy esa frase me recuerda otras del refranero español y de la cultura popular, como “Matar mosquitos a cañonazos” o “Muerto el perro, se acabó la rabia”. Incluso también el “A grandes males, grandes remedios”.
Quizás si has leído hasta aquí te parezca, como a mí, que ese razonamiento era en cierta medida aberrante, aunque originado con una intención positiva: el bienestar que todo/a padre/madre desea para sus hijos.
Y no es menos cierto que actualmente muchas personas aplican dicha lógica con sus perros con Ansiedad por Separación.
Así, podríamos transformar las frases anteriores e introducirlas en este contexto:
“Para que el perro no ladre cuando se queda solo en casa, lo mejor es ponerle un collar antiladridos”
“Puesto el bozal, se acabó el morder los muebles”
“A grandes destrozos, pequeñas jaulas”
“Muerto el perro de cansancio, se acabó la Ansiedad por Separación”
“Rociado el tabasco, se acabó el morder el sofá”
Podríamos optar por incluir estos nuevos dichos o refranes en el acervo popular. Pero yo voto por abolirlos todos. Por 2 motivos. Porque no son ciertos y porque se centran en solucionar las consecuencias de un problema, y no su origen.
Si el perro ladra, rompe cosas o se hace pis porque tiene Ansiedad por Separación, trabajemos en solucionar la causa, y no en evitar que pueda hacer las conductas derivadas de ella.
Transformemos el dicho de mis padres en:
“Para no ahogarse en el mar, lo mejor es aprender a nadar bien”
Si quieres dejar de poner parches en el comportamiento de tu perro cuando se queda solo en casa, y solucionar la causa de los mismos de raíz, contáctanos y evaluaremos tu caso concreto: