El perro zen: el perro que disfruta con el aburrimiento

Perro con cara triste porque ha mordido enseres de la casa, rotos a su alrededor

Compartir en

«Mi perro sabe que lo ha hecho mal»

Te vas de casa y Toby se queda solo durante unas horas. A la vuelta en cuanto entras por la puerta percibes que Toby tiene esa mirada: esa mirada de reojo, con las orejas hacia atrás…. esa mirada de culpa. Sabe que ha hecho algo mal. Empiezas a mirar a tu alrededor y tus sospechas se confirman: Toby ha mordido tu silla preferida, OTRA VEZ!

Estás cenando en la mesa del salón y te das cuenta de que se te ha olvidado coger de la cocina aquella botella de vino que pensabas abrir esta noche. Te levantas y vas a la cocina, la coges, la abres y te diriges al salón. En cuanto entras en el salón ves cómo Lassie estaba a dos patas cogiendo algo directamente de tu plato en la mesa, se aleja de ella y tiene esa mirada: esa mirada de reojo, con las orejas hacia atrás…. esa mirada de culpa. Sabe que ha hecho algo mal, OTRA VEZ!

¿Realmente sienten culpa los perros? Y si la sienten, o si no la sienten, ¿cómo han desarrollado esa expresión en su cara que la denota? Vamos a tratar de responder a ambas preguntas por separado.

¿Realmente sienten culpa los perros?

Perro con mirada apaciguante

Perro con mirada apaciguante

Que algo esté bien o mal hecho lo decidimos cada uno de nosotros. Y eso tiene un problema: hay tantas posibilidades de discrepancia como personas somos. Si ni siquiera nosotros los humanos somos capaces de ponernos de acuerdo en la mayoría de ocasiones en qué está bien o mal, si sumamos a la ecuación a nuestros amigos caninos, la cosa se complica. Si dejo mi plato de macarrones en la mesa, para mí está mal que mi perro intente comérselo. ¿Sabe mi perro que eso está mal? Pues no, no lo sabe. Para él, el plato de macarrones es un recurso que está ahí, solo, a su alcance. ¿Por qué no habría de cogerlo?

Si un perro está jugando con su pelota, y de repente se va y la deja, ¿deben los otros perros respetar la pelota y no cogerla? ¿Por qué? ¿Porque el primer perro tiene la factura que justifica que él (o su guía) la compró para su uso exclusivo? En el mundo canino no funciona así. En el mundo humano sí (o al menos en la sociedad en la que vivimos nosotros), y éste es el principio del problema: que consideramos que los perros se rigen por nuestras mismas normas, cuando no es así. Y no solo eso: pensamos que sienten nuestras mismas emociones, como la culpa. Eso se llama antropomorfismo: damos a otros seres cualidades y capacidades humanas, cuando no necesariamente las tienen.

No está demostrado científicamente que los perros no sientan culpa (científicamente no se puede demostrar una negación). Pero tampoco está demostrado que la sientan. Pongamos un ejemplo. En un estudio del año 2009 de Alexandra Horowitz (Universidad de Columbia, en EEUU) hacían una prueba con 14 perros domésticos. De uno en uno, se les metía en una sala con su guía, quien comunicativamente les decía que no podían comer un premio que había en la sala. A continuación el guía salía. Algunos perros comían el premio y otros no. Al volver a entrar el guía, a algunos se les decía que el perro había comido el premio (siendo verdad o no), y a otros que no lo había hecho (siendo verdad o no). En el estudio y análisis posterior se vio que la «mirada de culpa» estaba ligada a la actitud de los guías (que reñían o no reñían a sus perros) y no al hecho en sí de si el perro se había comido o no el premio. Perros que no habían comido el premio pero sus guías aún así les reñían, mostraban «esa mirada», mientras que aquellos que sí habían comido el premio pero sus guías no les reñían no la mostraban.

¿Cómo han desarrollado esa expresión en su cara?

Nuestro lenguaje corporal es parte de la comunicación con nuestros perros

Nuestro lenguaje corporal es parte de la comunicación con nuestros perros

Por un lado los perros disponen de herramientas comunicativas para calmar a otros perros con su lenguaje corporal. Son las señales de apaciguamiento o de calma. Mirar de reojo, echar las orejas hacia atrás, desviar la mirada, … incluso dar la espalda, entre otras muchas. Y algunas de ellas resulta que cuando las vemos también nos apaciguan a nosotros los humanos. Si voy a reñir a mi perro y me pone «esa mirada», ¿acaso no dejo de reñirle o suavizo mi comunicación con él? Eso es lo que ha hecho para el perro que esas señales comunicativas sean funcionales: porque FUNCIONAN! Y eso las refuerza aún más, y hace que las utilicen más a menudo.

Volvamos a los ejemplos del principio de Toby y Lassie. Toby se ha quedado solo en casa, lo que seguramente le cause algo de ansiedad y/o aburrimiento, y él lo gestiona mordiendo esa silla.

Como decíamos, no era la primera vez que al volver a casa nos encontrábamos la silla mordida. De hecho, seguramente las veces anteriores ya le hemos reñido, él ha sacado su repertorio de señales de calma con nosotros y nosotros hemos rebajado nuestro tono. Estos antecedentes hacen que cuando lleguemos a casa él ya anticipe una posible reacción similar por nuestra parte (aunque él pueda no entender por qué), y que nuestra actitud al entrar en casa, suspicaz, temiéndonos que haya podido hacer algo malo, haga que nuestro lenguaje corporal ya sea algo amenazante para él. Así que Toby nos muestra, ya antes de que veamos la silla, esa mirada de reojo, esas orejas hacia atrás, … «esa mirada». Ni es por culpa, ni haremos que deje de morder la silla en nuestra ausencia riñéndole en ese momento (¿quién sabe cuánto rato ha pasado ya desde que la mordió?). Antes habría que pensar en trabajar sobre su ansiedad y/o aburrimiento (la educación canina específica para este problema siempre es una opción), y en evitar dejar a su alcance ese tipo de recursos que no queremos que toque.

Y con Lassie ocurre lo mismo. No es la primera vez que se sube a la mesa. No es la primera vez que cuando lo hace la reñimos. No es la primera vez que cuando la reñimos nos muestra señales de calma/apaciguantes. Y no es la primera vez que cuando nos muestra estas señales rebajamos nuestro tono emocional en la reprimenda. Así que cuando volvemos de la cocina, aún sin haberle dicho nada, ella ya lo anticipa y nos muestra su repertorio de nuevo. Simplemente dejemos la comida fuera de su alcance, y ese esfuerzo en subirse a la mesa dejará de ser funcional para ella, pues no obtiene beneficio alguno.

Perro con mirada apaciguante

Perro con mirada apaciguante

Los perros no adoptan ese lenguaje corporal porque sientan culpa (puede ser que la sientan, pero no está demostrado), sino en respuesta a nuestra comunicación con ellos. Por ello, más que una «mirada de culpa» es una «mirada de apaciguamiento» hacia nosotros…

Analicemos si nuestra comunicación con nuestro perro es constructiva, ayuda a establecer unas bases de convivencia, pero sobre todo, no le causa miedo hacia nosotros, pues esto iría en contra del vínculo que queremos tener con nuestro amigo canino.

Compartir en

Suscríbete a nuestra Newsletter para
estar al día de nuevos posts

Últimas entradas

Retrato Pippa

Requiem por Pippa

Este no es un artículo educativo sobre los perros con problemas al estar solos. O sí lo es, pero no directamente. Necesito escribir. Ordenar mis pensamientos y emociones. Expresarlos. Compartirlos y que se queden en algún sitio. Despedirme. Pippa, te echaré de menos.

Leer más »
Perro llora en jaula - Corgi

Por qué lloran los perros

Los lloriqueos en los perros pueden ser una herramienta comunicativa o una consecuencia de su estado emocional. Y ambas cosas no son excluyentes. Es un mecanismo de comunicación cuando el animal utiliza el llorar de una manera funcional para transmitir un mensaje.

Leer más »
Por qué ladran los perros

Por qué ladran los perros

El ladrido es una herramienta comunicativa que tienen los perros, así como una forma de gestionar situaciones de alta emocionalidad (en positivo y en negativo). Para responder a la pregunta de por qué ladran los perros hemos de analizar los momentos en los que eso ocurre.

Leer más »