El perro zen: el perro que disfruta con el aburrimiento

Perro en una máquina de resonancia magnética funcional

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Tu perro diferencia tu cara de una pelota

Hay muchas realidades de los perros que conocemos. «¡Claro que mi perro me quiere! ¡Eso se nota!» «¡Claro que mi perro piensa! ¿O cómo si no sabe que esto no debe hacerlo?». Los que convivimos con perros, bien por nuestras vivencias o bien por lo que se dice, se cuenta y se rumorea, creemos saber muchas cosas de cómo se comportan, piensan y sienten los perros. Eso es lo que se llama intuición, y muchas veces (la mayoría) suele ser cierta, aunque otras veces no lo es. Por eso debemos darle la relevancia que tiene a cada comprobación científica que prueba (o desacredita) nuestras creencias, pues hacen más firme el terreno sobre el que pisamos, y nos ayudan a avanzar más allá en el conocimiento de nuestros amigos peludos. ¿Y todo ello para qué? Para entenderles mejor, saber cómo comportarnos con ellos, optimizar su adiestramiento y educación, y, en definitiva, mejorar su calidad de vida y su felicidad, y con ello también las nuestras.

Si te pregunto: ¿Crees que tu perro diferencia una cara de persona de una de un perro? ¿Crees que diferencia una cara (de persona o de perro) de otro objeto? En la mayoría de casos nuestra respuesta sería afirmativa. Y vuelvo a preguntar: ¿Crees que identifica las caras con recompensas o castigos en función de experiencias previas? ¿Crees que las analiza o procesa cognitivamente?

Perro en una máquina de resonancia magnética funcional

 

Perro en máquina Resonancia Magnética Funcional

En Agosto de este año 2015 se ha publicado un estudio hecho en la Universidad de Emory, en Atlanta (EEUU) (Ver nota (1) al pie), que corrobora científicamente algunas de estas intuiciones y abre otras puertas pendientes de investigar. Previamente al experimento entrenaron a varios perros para permanecer quietos en una máquina de Resonancia Magnética, habituándose al espacio cerrado, al ruido, a los tapones para los oídos, al soporte para apoyar la cabeza, trabajando la posición y la manera de quedarse quietos y entrenándoles para que miraran una pantalla. Todo ello con el objetivo de enseñar a los perros unas series de vídeos dinámicos e imágenes estáticas. que combinaban caras de personas, con caras de perros, objetos y escenas, mientras ellos estaban quietos dentro de una máquina de Resonancia Magnética y los científicos localizaban las partes de sus cerebros que se activaban con cada imagen y cuantificaban dicha activación. De los 8 perros inicialmente seleccionados para el estudio tuvieron que desechar los datos de 2 de ellos, por su baja calidad, y a pesar de los meses de entrenamiento, por los pequeños movimientos de los perros dentro de la máquina. Esto da una idea de la dificultad de llevar a cabo este tipo de experimentos (la sedación lógicamente no sería útil para comprobar el funcionamiento del cerebro del perro despierto).

Ejemplos de Vídeos e Imágenes mostrados en máquina de RMf

Ejemplos de Vídeos e Imágenes mostrados en máquina de RMf

Tiempos de activación caras .vs. objetos

Tiempos de activación caras .vs. objetos

Lo que descubrieron resulta interesante para eliminar algunos mitos de entrenamiento canino, para entender mejor a nuestros amigos y para preguntarnos más cuestiones al respecto. Probaron que en el córtex temporal del perro hay una zona especializada en el procesado cognitivo de caras (un área similar a la existente en personas y en otros primates). Esta zona se activaba quantitativamente más cuando el perro veía caras de humanos o de otros perros (aunque no los conocía previamente), que cuando veía objetos de la vida cotidiana. Dicho así parece simple y/o evidente, pero no lo es tanto.

Aún hoy en día existen líneas de trabajo en educación canina (hablamos del conductismo) que consideran que los perros no piensan, sino que simplemente reaccionan a estímulos (apetitivos o aversivos). Si así fuese, los perros podrían asociar las caras por mecanismos puramente asociativos a un premio o un castigo:

«Esta cara concreta o este tipo de cara normalmente viene antes de un premio» -> «Me pongo contento».

De ser así, en la prueba con la Resonancia Magnética Funcional se habría visto que la parte del cerebro que se activaría en los perros al visualizar caras sería el centro de recompensa (otra área específica y reconocida en el cerebro del perro). Pero no fue así, sino que se activaba un área diferente. Y esta área permanecía mucho más tiempo activada cuando veían caras (de personas y perros) que cuando veían pelotas (u otros objetos): tiempo de procesamiento cognitivo de las caras. Esto prueba que las personas no somos simples «cajas de premios» para nuestros perros.

Se desconoce si esta especialización de un área del cerebro de los perros para el procesado de caras es el resultado de años de domesticación y contacto con el ser humano, o si por el contrario es algo común en otros carnívoros sociales. Pero teniendo en cuenta el tamaño relativamente pequeño del cerebro del perro, y que existe dentro del mismo un área especializada en procesado de caras, podemos hacernos una idea de la importancia de esta tarea cognitiva para nuestros amigos peludos y explicarnos en parte su maestría en lo que a comunicación interespecífica (persona-perro) se refiere. No en vano son animales sociales.

Este estudio, si bien confirma creencias de muchas personas (guías de perros, entrenadores e incluso neófitos en el mundo del perro), también abre otras muchas preguntas, algunas de las cuales se hacen los propios investigadores:

  • ¿Qué impacto puede tener la socialización temprana de los cachorros en el procesado de caras? ¿Puede convertirlos en maestros del reconocimiento facial? ¿Puede menguar ese potencial si no se realiza dicha socialización correctamente?
  • ¿Qué información puede procesar el perro de las caras? ¿Quizás la identidad, el sexo, la edad, el estado emocional o las intenciones comunicativas de la persona o del perro cuya cara está mirando?
  • ¿Puede haber otras zonas del cerebro específicas para procesar el lenguaje corporal de otras partes del cuerpo (dada la importancia de la comunicación no verbal para los perros)?

Éstas son preguntas cuyas respuestas actualmente desconocemos, aunque la ciencia con el tiempo se encargará de ir respondiéndolas. Pero lo más importante no son las preguntas que se abren, sino las respuestas que se cierran (si es que se puede hablar de cierre de respuestas cuando la ciencia día a día avanza y descubre). Y en este caso, como casi siempre, las respuestas que nos da este estudio nos sirven para comprender mejor cómo piensan nuestros perros; para saber que cuando nos miran a la cara están viendo algo más que una pelota con ojos; para saber que están procesando cognitivamente información que les damos con nuestra cara. ¿Por qué no tenerlo en cuenta a la hora de establecer un código de comunicación con nuestro perro y de educarle? La comunicación no es únicamente verbal, aunque muchas veces tendemos a pensar que así es. Ni con otras personas, ni con los perros. Si le sonreímos a nuestro perro, él (o ella) va a procesar cognitivamente esa cara nuestra y sacar información de ella.

Comunicación no verbal persona-perro

Comunicación no verbal persona-perro

(1) El estudio científico comentado lleva el título «Imágenes de Resonancia Magnética funcional en estado despierto revelan una región especializada en el córtex temporal del perro para el procesado de caras» (se puede acceder al artículo completo aquí: Awake fMRI reveals a specialized region in dog temporal cortex for face processing), y está firmado por Dilks D.D., Cook P., Weiller S.K., Berns H.P., Spivak M. y Berns G.S.

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